El liderazgo es una de las cualidades más valoradas en las organizaciones y los equipos de trabajo. Pero no es fácil encontrar una líder fuerte que sea capaz de sacar todo el rendimiento a una organización.
Existen muchas actitudes que revelan que el liderazgo que se ejerce es débil, algo que puede ser incluso negativo para la empresa o la organización. Os mostramos algunas de estas actitudes.
Demasiada exigencia
La ambición y el espíritu de superación son aspectos muy positivos. Sin embargo, si el líder exige resultados a su equipo por encima de sus posibilidades, esto puede llevar a situaciones contraproducentes: falta de moral, recelos, improductividad… Las personas necesitan recargarse, y no se les puede llevar siempre al límite.
No toma decisiones difíciles
Una persona que ostenta el liderazgo en una organización lo hace precisamente porque es el responsable de enfrentarse a situaciones difíciles. Si el líder descarga estas responsabilidades en sus subordinados, tarda demasiado tiempo en tomar decisiones y no valora las consecuencias de sus actos… es un líder débil.
No dirige y ordena de manera adecuado
Uno de los aspectos más destacados de la falta de liderazgo es no tener claro cuál es la dirección a seguir. Si tras una reunión de trabajo no están claras cuáles son las metas que se deben alcanzar, no se está gestionando el liderazgo de manera adecuada.
Faltas de respeto a subordinados y compañeros
Los líderes débiles tienden a humillar a otros compañeros o subordinados para sentirse mejor con ellos mismos. Cuando un líder tiene que hacer algún reproche o lanzar una crítica constructiva, debería hacerlo en privado o bien con mesura, para no generar un ambiente negativo.
Incumplimiento de promesas
Hacer promesas irreales o dejar que el equipo responda por el líder o cumpla su palabra es otra de las actitudes de un liderazgo débil. Este tipo de acciones únicamente sirven para disminuir la credibilidad del supuesto líder.
Miedo a la retroalimentación
Una última señal de un liderazgo débil es evitar las críticas constructivas por miedo a dañar la autoestima de los subordinados. Un líder ha de ser capaz de hacer valer su criterio y sancionar a sus empleados cuando no hacen bien su trabajo.